Con un cambio de protagonista y de ambientación, la saga Ace Attorney es capaz de sostener (prácticamente) íntegra su jugabilidad mientras que prosigue resultando tan fresco como el primero de los días.
Desde el principio, la saga de Ace Attorney se ha caracterizado por entremezclar la absurdez de su humor con una pretensión de demanda en firme que es simple pasar inadvertida. Por medio de situaciones exageradas y personajes excesivos, los desarrolladores apuntan todos aquellos constructos sociales que pueden hacer que la justicia se pierda en el momento de localizar la verdad. Si prestamos atención el mensaje es claro: la justicia es humana y, como tal, puede ser engañada y confundida a través de el dominio de la oratoria y el empleo de estereotipos. En uno de los primeros casos que hallamos en Phoenix Wright: Ace Attorney una testigo, April May, procura utilizar su femineidad, mezclada con su carácter falsamente infantil, para eludir las preguntas más traidoras de la defensa. Y solo el protagonista, cuyo instinto le deja ver bajo aquel disfraz, puede desmontar con habilidad sus falsas alegaciones y localizar la justicia por medio de la verdad.
Este interés por enseñar la justicia como algo que puede corromperse y la verdad como un fin en sí se llena de matices en The Great Ace Attorney Chronicles, que se ambienta a fines del siglo diecinueve, justo cuando el país nipón comenzaba su apertura al exterior. En el primero de los casos, que marcha tanto de tutorial como de presentación para Ryunosuke Naruhodo, el hecho de que el asesinado sea un maestro inglés y la primordial testigo una estudiante extranjera no solo cobra relevancia por la posibilidad de ocasionar tensiones diplomáticas sino más bien por el complejo de inferioridad que ciertos nipones muestran frente a los visitantes. El resultado de este caso —que queda en suspenso— enseña a Ryunosuke, y por consiguiente al jugador, las percepciones y estereotipos de la temporada con relación a la nacionalidad algo que, cuando la acción se traslada a la Inglaterra victoriana, el propio juego se ocupará de trastornar. En The Great Ace Attorney Chronicles el cambio en la ubicación no solo es un instrumento para recobrar el interés de la audiencia y refrescar la saga, es un requisito para proseguir hablando de lo que desea hablar; para regresar a indicar que los inconvenientes con la justicia no son cosa de la sociedad actual.
Desde el punto de vista del jugador europeo y de Norteamérica, The Great Ace Attorney Chronicles resulta singularmente interesante merced a su acercamiento a la temporada victoriana/meiji por medio de imágenes no hegemónicas. Cuando la acción se ubica en el país nipón el hecho de que sea la cultura europea la que se presenta como exótica ayuda a crear un singular interés por el cosmos, de exactamente la misma forma que la llegada de Ryunosuke y Susato a Londres, y su descubrimiento de la isla, nos invita a mirar lo ya conocido con ojos completamente nuevos. Para la saga Ace Attorney en occidente este choque cultural es singularmente agradecido debido al «falso lore» que rodea la franquicia y su ambientación «japaniforniana», un invento de la ubicación estadounidense que se formó al mudar Tokyo por Los Ángeles, creando de esta forma un cosmos alternativo en el que la cultura nipona había sido completamente asimilada en Estados Unidos. The Great Ace Attorney Chronicles logra en ese sentido pasar sobre este lore occidental y reconectar por fuerza la saga con el país nipón, situación ante la que se han respetado una gran parte de los nombres originales de los personajes y las urbes que se visitan.
Por supuesto, uno de los primordiales alicientes de esta entrega de la saga es Herlock Sholmes, el trasunto de Sherlock, que acá se transforma en un renombrado detective con grandes dotes para la observación mas mal tiento en el momento de conformar deducciones. Esta reconstrucción del conocido personaje de Arthur Conan Doyle en un metomentodo y creído estudioso con un talento limitado es uno de los mayores aciertos del título tanto a nivel narrativo como mecánico. Desde la perspectiva de la jugabilidad, las penosas deducciones de Sholmes nos dan la ocasión de presentar refutaciones fuera de la sala de juicios, multiplicando los rompecabezas y las ocasiones de gozar de las mejores partes jugables. Desde la perspectiva de la narrativa, los cambios en comparación con arquetipo de Sherlock Holmes nos asisten a contextualizar las diferencias entre la Inglaterra victoriana que conocemos de otras ficciones y la que podemos localizar en el juego, aparte de asistir a Ryunosuke a moverse por una cultura que no es la suya.

En The Great Ace Attorney Chronicles, Herlock Sholmes es inteligente mas, para dejar que sea el jugador el que haga las deducciones —algo central en la saga—, en ningún instante es más inteligente que el jugador. Los argumentistas, con la disculpa del humor, centran sus dotes detectivescas únicamente en la observación. De esta forma, Sholmes resulta en todo instante fenomenal, haciendo que percibamos cosas que ya antes se nos escapaban, mas sin interferir con la jugabilidad tradicional de la franquicia. Y, por más que la representación parezca anticanónica, al final acaba por marchar, dando la sensación de que estamos frente a un Sholmes «en formación» que enseña a Ryunosuke tanto como aprende por medio de sus proezas.

Entre los nuevos personajes que nos acompañan en los dos títulos, es la asistente judicial Susato Mikotoba la que resulta más interesante. En sintonía con los estupendos personajes femeninos que generalmente pueblan la franquicia, Susato es más que el contrapunto de Ryunosuke o bien la figura que escucha el muy frecuente monólogo que acompaña a sus deducciones. Como inmigrante, Susato se muestra intranquiliza, curiosa y en muchas ocasiones nostálgica de su tierra. Como asistente, resulta una mujer eficiente que no vacilará en asistir al protagonista y poner en práctica su experiencia allá cuando haga falta. Esta profesionalidad contrasta con su carácter confiado y seguro y con la personalidad insegura y inquieta del protagonista, haciendo sus activas singularmente amenas.
Más allí de la ambientación anteriormente y las aportaciones de los nuevos personajes, The Great Ace Attorney Chronicles resulta exageradamente continuista con respecto del resto de entregas de la franquicia. El humor prosigue basándose en lo extremo de las situaciones y prosigue usando los juegos con las palabras. Los rompecabezas, como es frecuente, resultan tan ocurrentes como inflexibles, haciendo posible que fallemos sencillamente por dar la contestación adecuada con una prueba que no es la que el juego aguardaba. Desde el punto de vista tonal, The Great Ace Attorney Chronicles deja un tanto de lado su alegato con relación a la justicia para pararse a charlar —siempre con el humor por delante— de grandes personajes tanto de la cultura inglesa como nipona. Son en estas ocasiones cuando el juego resulta más activo y fresco. Más sorprendente y ameno. A su forma, imborrable.
Sin llegar en ningún instante a reinventar la franquicia, The Great Ace Attorney Chronicles supone el mejor díptico de la saga desde la trilogía original. Con numerosas animaciones, escenarios, personajes y diseños, el juego no semeja en ningún instante una entrega menor pese a no estar protagonizado por sus personajes más simbólicos. Además de esto, desde el principio de su segundo capítulo el título nos prueba que está presto a sorprendernos con cada uno de ellos de sus giros. Nosotros decidimos si nos dejamos llevar. Desde el país nipón a Inglaterra la justicia precisa un aliado. Y Ryunosuke Naruhodo nos deja acompañarlo.