
Crítica de La tradicional historia de terror, dirigida por Roberto De Feo y Paolo Strippoli y escrita al lado de Lucio Besana, Milo Tissone y David Bellini. La película llega a Netflix con Mailta Lutz, Francesco Russo, Yuliia Sobol, Will Merrick y Peppino Mazzotta entre su reparto primordial. El estreno de La tradicional historia de terror en Netflix España es el catorce de julio de dos mil veintiuno.
Se queda un verano terrorífico por Netflix. Tras el lanzamiento de la trilogía de La calle del terror (Crítica de La calle del terror: 1994 y Crítica de La calle del terror: 1978), la gigante del streaming estrena La tradicional historia de terror, una más que sumar a la lista.
La tradicional historia de terror es una película italiana de la que solo necesitaremos treinta minutos para comenzar a ver referencias indudables — que la propia plataforma ha usado para su promoción — como La matanza de texas, un tanto del folk horror de Midsommar y otro de Hereditary de Ari Aster, de la salvaje Evil Dead de Sam Raimi y, de qué forma no, de ese prodigio que fue La cabaña en el bosque.
A Roberto De Feo, uno de los directivos de la cinta, ya lo conocemos por nuestro análisis de La maldición de Lake Manor. En la historia que el día de hoy nos ocupa, no obstante, vamos a tener un puñado más de atrevimiento para edificar una película autorreferencial para el género de terror que pretende apuntar a los vicios de la sociedad moderna.
El préstamo de fondo y forma
En La tradicional historia de terror tenemos a 5 viajantes de una especie de aplicación para formar conjuntos y ahorrar costos en los desplazamientos que, tras adentrarse en un bosque al sur de Italia, acaban transformándose en protagonistas de su película de terror.
El conjunto lo forman Elisa (Matilda Lutz), que busca hueco en el vehículo compartido para ir a una cirugía para abortar; Riccardo (Peppino Mazzotta), un doctor que tiene algún inconveniente con su mujer y su hija que prefiere ocultar; Sofia (Yuliia Sobol) y Mark (Will Merrick), una pareja que busca aventuras por el mundo; y el conductor, Fabrizio (Francisco Russo), un pringado y también inocente amante del cine que desea grabar el viaje para sus redes sociales.
La secuencia inicial y la estética de la película son los primeros rasgos de una producción que logra entrar por los ojos, mas asimismo por los oídos.
Por un lado, De Feo y Strippoli confían en la estética de Emanuele Pasquet, dominada por la dualidad que nos presenta la propia historia: el estilo bicromático que hereda del cine gore para las escenas más salvajes de la película, al lado de esta moda tan repetida y funcional del cyan para las iluminaciones.
En el otro, Massimiliano Mechelli pone las notas de una banda sonora que desde los títulos de crédito es ya una declaración de pretensiones sobre un estilo que desea conquistarnos con su forma. El fondo es otro cantar.
Evitando el terreno del spoiler — y os solicitamos de forma encarecida ver la película ya antes de proseguir con la lectura —, La tradicional historia de terror toma de acá y de allí para buscar un efecto afín al que mentábamos con La cabaña en el bosque. El inconveniente con el cine referencial es el de siempre: dónde comienza la referencia y dónde el plagio.
La barrera que aparta la consideración de la apropiación es una línea delgadísima sobre la que se pueden edificar obras de espíritu revisionista sobre el género, como la deliciosa cinta de Drew Goddard, mas asimismo puede producir que tu historia se transforme en un deslavado vaivén narrativo.
En una calificación a vuelapluma, podríamos decir que La tradicional historia de terror tiene más de lo segundo que de lo primero, si bien con matices. Sus imágenes, desde lo que se podría revisar con las atrapas que incluimos en el análisis, son suficientemente poderosas para que su alegato tenga la capacidad suficiente para ofrecer un dulce a los entusiastas del género.
Los inconvenientes están en la estructura. Deseo abordar una serie de temas que se transformen en el motivo final para la resolución de la película, mas los métodos que emplea para llegar a ellos son demasiado débiles para sostener cualquier género de suspense.
Tiene escenas desapacibles con las que logrará que nos tapemos la vista, y asimismo reacciones interpretativas que se cruzan con el horror tan bien medido de Midsommar. Al César lo que es del César. Mas son pequeñas puntadas dulces en un conjunto que solo luce como guiño y no como entidad.
El metacine y los vicios
Como afirmábamos en el título de esta recensión, La tradicional historia de terror — con un nombre que deja poco a la imaginación — disfraza el fusilamiento de escenas del cine de terror con un tema que está presente con aires subrepticios a lo largo de toda la película y que lúcida en el final: los vicios de la sociedad del morbo.
No se trata de ningún género de análisis sensato. Ni muchísimo menos. Es una reflexión que aparece prácticamente como un pastiche para recordarnos que aún quedan resquicios de ese espíritu rebelde y atrevido que tanto nos divierte del género en la serie B… si bien con determinadas reservas. Tocando, mas sin mancharse demasiado.
La tradicional historia de terror termina flirteando con la parodia para dejarnos sensaciones que, en términos globales, podríamos estimar satisfactorias. Le faltan puntos a nivel interpretativo y una construcción narrativa que no pretenda ser una fácil justificación, mas es un título que suma en este empujón para el género por el que han letrado desde Netflix. No vamos a ser quienes lo impidan.
Valoración
La tradicional historia de terror se sumerge en el terreno autorreferencial del terror para ofrecernos una historia con imágenes poderosas, mas con una historia que no logra lucir por sí sola
Hobby
68
Admisible
Lo mejor
Las imágenes de la película en el rodaje por Italia son una exquisitez.
Lo peor
Su pretensión referencial es una zancadilla tras otra para la construcción de la historia.