
LA SITUACIÓN
Habitado durante más de setecientos personas en una superficie de trece km², Kutupalong es de lejos el campo de asilados más poblado del planeta. Situado al sudeste de Bangladesh, fue creado en mil novecientos noventa y uno para cobijar a los asilados Rohingyá. Se trata de una minoría musulmana que vivía en Birmania (ya antes Myanmar), que es en su mayor parte budista, y que en un instante dado fueron perseguidos, en un proceso poco analizado, por ultranacionalistas y en especial por el ejército birmano. Tras décadas de tensión entre los 2 pueblos, el año dos mil diecisiete marcó una escalada de violencia sin precedentes. La quema de pueblos enteros, las matanzas a gran escala, la tortura y las agresiones sexuales forzaron a los Rohingyá al exilio masivo. En poquitas semanas, múltiples centenares de miles de hombres, mujeres y pequeños escaparon de su país para buscar cobijo en Bangladesh.
Víctimas de un genocidio denunciado por las Naciones Unidas, los Rohingyá asimismo son apátridas, sin nacionalidad legal, pues ningún país los considera ciudadanos. Recluídos en campamentos improvisados, desposeídos de su libertad y aterrados por los horrores que experimentaron, viven una vida sin esperanza, y padecen diariamente las dificultades de una enorme crisis humanitaria, ignorada en buena medida por los medios.
En poquitos meses, el campo de asilados de Kutupalong se ha transformado en el más grande del planeta. Presos de una esencial crisis humanitaria, múltiples asilados desean hacer escuchar su voz. Nos ofrecen su poesía mientras que dan testimonio de su realidad rutinaria y de los espectros de sus recuerdos pasados, y sin esperanza de futuro.

EL PROYECTO
Fue tras una sorprendente publicación en Fb, en el mes de febrero de dos mil dieciocho por la parte del fotógrafo documentalista Renaud Philippe, que se dieron cuenta de la magnitud de esta crisis humanitaria que apenas había recibido cobertura mediática. Pensaron entonces en hacer esta película con el propósito de alertar al público de la desgracia de los Rohingyá en el exilio. Y de este modo, lo que empezó como un corto se transformó de manera rápida en un proyecto de film reportaje.
La grabación de la película ha sido posible gracias a quienes espléndidamente contribuyeron a una campaña de micromecenazgo y asimismo al apoyo y financiación del MELS FUND, el Consejo de Artes y Letras de Quebec y el Consejo Canadiense de las Artes. Canada disfruta de gran prestigio entre los amantes del cine, puesto que sabemos que sus producciones alcanzan un elevado nivel de calidad técnica.
Sus directivos y productores, Olivier Higgins y Mélanie Carrier, nacidos en Quebec (Canadá), son biólogos de capacitación. Cuentan con experiencia anterior en el trabajo con el vídeo cuando hicieron en dos mil siete el reportaje Asiemut, que contaba su viaje en bici de ocho mil km desde Mongolia a la India. Esta película ganó treinta y seis premios en el extranjero, se distribuyó en cuarenta países y se emitió en múltiples cadenas de TV, incluyendo ARTE, RAI, VIAJAR, Al Jazeera, etc.
En dos mil diez, fundan MÖ FILMS, una productora independiente dedicada al cine reportaje, cuyo objetivo es contribuir a los debates y retos sociales de nuestro tiempo. Su segunda película, Encounters, elegida por la Nacional Geographic Society, ganó múltiples premios en el extranjero, y su corto satírico de temática medioambiental Ice Philosophy, se presentó en abundantes festivales. Su film reportaje Québékoisie, examina la relación entre los quebequenses y las Naciones Originarias. Fue nominado a un premio Jutra y entre otros muchos ganó el premio «Obra del año» del Consejo de las Artes de Quebec.
Tras estos trabajos anteriores, se embarcaron en el film reportaje Errantes sin retorno, que examina la crisis de los asilados Rohingyá en Bangladesh. Así como esta última película, generaron y diseñaron una exposición multidisciplinar, incluyendo las obras de múltiples artistas, en el Museo Nacional de Hermosas Artes de Quebec.
Su idea inicial era hacer un largometraje envolvente, que fuera alén del documento informativo. Hacer sentir al espectador la vida rutinaria en el campo de asilados más grande del planeta, donde más de setecientos personas viven en una apretada zona de trece km². Y esto lo logran de sobra, si bien haya sido a costa de que la parte informativa haya desaparecido por completo. El reportaje se restringe de este modo, a una demanda de la situación.
Fue exactamente el fotógrafo Renaud Philippe, quien conoció a Kala Miya (Kalam) en el mes de febrero de dos mil dieciocho a lo largo de su primera estancia en el campo. Su trabajo como traductor y sonidista, fue determinante. Su historia personal y la poesía que escribía era tan significativa y universal, que pensaron transformarla en el hilo conductor de la película. Dándole de este modo un enfoque onírico y poético como una forma de hacer justicia a los asilados del campo. Natural de el estado de Arakan, en el oeste de Birmania en dos mil doce, escapó de su país de nacimiento debido a la violencia contra la comunidad Rohingyá y procuró cobijo en la India. Vive en el campo de asilados de Kutupalong en Bangladesh desde dos mil dieciocho. Su poesía, escrita en el campo de asilados más grande del planeta, se transformó de este modo en el hilo narrativo de la película. Sus poemas asimismo son una parte de la exposición multidisciplinar Errantes sin retorno en el Museo Nacional de Hermosas Artes de Quebec Artes (MNBAQ).
Tras el rodaje en el campo de Kutupalong en el mes de octubre de dos mil dieciocho, tomaron contacto por vez primera con la pequeña comunidad Rohingyá en Quebec, su urbe natal. Conocieron a Mohammed Shofi que había vivido a lo largo de prácticamente dieciocho años en el campo de Kutupalong. Se transformó en su aliado y amigo, y empezó el largo trabajo de traducción. Asimismo se transformó en el narrador de la película, con su voz suave y sosegada narrando la historia de Kalam.

CONCLUSIÓN
Así puesto que, vemos como viven, van a la escuela, juegan reiteradamente al futbol sobre el barro, recuerdan su precedente vida en Birmania/Myanmar, como se distribuye el alimento o bien arreglan sus casas… y todo ello con una inusual fotografía, dejando testimonio de la horrible crisis humanitaria, que hasta el momento había sido en una gran parte ignorada por los medios. En este aspecto el documento cumple con su objetivo.
Pero si alguien espera conocer como es la historia del pueblo Rohingyá, como es su procedencia y como se ubicaron en Myanmar, si han escapado de diferentes urbes por todo el país o bien solo de una zona determinada, como llegaron a Bengala, quien se hace cargo del mantenimiento del campo de asilados, como comenzó el enfrentamiento, si ha sido la primera vez que ha sucedido esto, etc, etc, por desgracia se va a quedar sin contestaciones, puesto que todas y cada una estas interesantes cuestiones sobre su pasado y su presente no se mientan, ni tan siquiera de pasada durante la hora y media que dura, lo que es una auténtica pena siendo además de esto que hablamos de un reportaje, que por esta razón se prestaba para dedicarle algo de tiempo a su pasado y también historia.
En terminante, un buen reportaje en el aspecto teórico y humano, testimonio de su horrible actual situación, con una engrandece fotografía mas que se queda corto para los que creían que tras su visión podrían conocer mejor a los Rohingyá y su historia.